La muerte súbita es uno de los eventos no esperados relacionados con la enfermedad cardiovascular y sus consecuencias suelen ser trágicas. Sin embargo un nuevo estudio publicado durante el mes de diciembre en el Annals of Internal Medicine pareciera indicar que la muerte súbita no lo es tanto… o por lo menos que existen indicios previos que pueden ayudar a prevenirla. En el estudio se evaluaron 839 pacientes que sufrieron un paro cardiorrespiratorio y cuyos síntomas prodrómicos pudieron ser evaluados, encontraron que la mitad de los pacientes tuvieron disnea o dolor de pecho hasta 4 semanas antes del paro cardiorrespiratorio. Los autores, liderados por el Dr. Eloi Marijon, no encontraron diferencias con respecto al sexo de los pacientes. La población estudiada fue de entre 35 y 65 años, y siendo esto uno de los desenlaces en ese rango etario son muy interesantes los resultados. Además los síntomas comenzaron una hora antes del desenlace en el 80% de los pacientes, en la mayoría de los casos, como dolor de pecho. Los autores señalaron que de los 430 pacientes que experimentaron síntomas previos, 19% llegaron a llamar al servicio de emergencias, sobreviviendo 32.1% de los mismos en comparación con solo el 6% de aquellos que no llamaron (p<0.001), por lo que llamar al servicio de emergencias mejoró la chance de supervivencia 4.8 veces mas. Estos resultados validan futuros estudios clínicos y medidas de prevención para evitar este tipo de eventos.
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La muerte súbita avisa
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La relación entre la ingesta de sal y la insuficiencia cardíaca
La asociación entre la ingesta de sal y la insuficiencia cardíaca se conoce hace años; uno de los pilares para el manejo de ella es, justamente, restringir su consumo en pacientes con insuficiencia cardíaca. ¿Por qué? Pura lógica. La retención de fluídos y el aumento de la presión arterial como consecuencia de su ingesta excesiva fueron claves para que su abandono sea una de las primeras medidas a la hora de encarar el tratamiento en estos pacientes, en donde la hipertensión arterial como factor determinante para la insuficiencia cardíaca fue piedra angular de este razonamiento:
Las guías NICE lo recomiendan y en el año 2009 las guías de tratamiento para la insuficiencia cardíaca de USA indicaban que la restricción de sodio era una recomendación clase I (recomendable), pero basándose en un nivel de evidencia C (consenso de expertos); nada de estudios randomizados o metaanálisis. Las guías de 2013 bajaron su clasificación a Clase IIa (razonable), acomodándose mejor al nivel de evidencia. Hoy en día estas recomendaciones parecen cada vez mas alejadas de la realidad y existe una controversia importante en el tema a raíz de un nuevo estudio observacional publicado en el JACC Heart Failure en donde los investigadores evaluaron el impacto del consumo y la restricción de sodio en 833 pacientes con insuficiencia cardíaca (The HART trial). Los autores no encontraron ningún tipo de evidencia que relacionara la restricción en el consumo de sodio con mejores resultados en este grupo de pacientes; de hecho, el grupo que abandonó el consumo de sal tuvo un riesgo significativamente mayor de muerte u hospitalización por su insuficiencia cardíaca. Por supuesto que se necesitan mas y mejores datos para obtener información concluyente al respecto, pero es interesante como este estudio observacional desató la controversia, aumentando la discusión entre los expertos y haciendo tambalear postulados que por décadas parecieron inamovibles.
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