Acaba de salir publicado un estudio sobre las relaciones de la Industria con los Editores y Editores Asociados de las más importantes revistas científicas médicas en sus distintas especialidades de EEUU.
En ella se analizan los estrechos vínculos financieros que tendrían algunos Editores con la Industria farmacéutica, que serían mucho más frecuentes e importantes que lo deseado y que indudablemente afecta la independencia y transparencia de la información médica publicada en las mismas.
Los autores identificaron 52 Journals con alto impacto científico en su área y la mayoría de los Editores tenían fuertes relaciones con la Industria farmacéutica y/o de «devices» médicos, algunos de ellos con cifras millonarias.
Sólo Editores de EEUU fueron seleccionados, ya que los pagos de la Industria están en un registro nacional, no pudiendo los autores conocer el de aquellos de otras nacionalidades ya que la respuesta espontánea dada por los propios involucrados tiene obviamente muchas limitaciones.
Cuando los autores quisieron corroborar estos datos con los Editores en Jefe de cada Journal solo el 23% respondió a la encuesta.
La relación de Editores en Jefe/Asociados o aquellos con fuerte decisión en la posible aceptación de trabajos científicos (Deputy Editor) debería ser factor de exclusión de los mismos para actuar como tales y afecta en grado severo la credibilidad de las publicaciones científicas especialmente en Revistas de alto impacto.
Este excelente artículo publicado en BMJ open habla una vez más de la transparencia Editorial de esta revista inglesa.
Abstract:
Objective: To estimate financial payments from industry to US journal editors.
Design: Retrospective observational study.
Setting: 52 influential (high impact factor for their specialty) US medical journals from 26 specialties and US Open Payments database, 2014.
Participants: 713 editors at the associate level and above identified from each journal’s online masthead.
Main outcome measures: All general payments (eg, personal income) and research related payments from pharmaceutical and medical device manufacturers to eligible physicians in 2014. Percentages of editors receiving payments and the magnitude of such payments were compared across journals and by specialty. Journal websites were also reviewed to determine if conflict of interest policies for editors were readily accessible.
Results: Of 713 eligible editors, 361 (50.6%) received some (>$0) general payments in 2014, and 139 (19.5%) received research payments. The median general payment was $11 (£8; €9) (interquartile range $0-2923) and the median research payment was $0 ($0-0). The mean general payment was $28 136 (SD $415 045), and the mean research payment was $37 963 (SD $175 239). The highest median general payments were received by journal editors from endocrinology ($7207, $0-85 816), cardiology ($2664, $0-12 912), gastroenterology ($696, $0-20 002), rheumatology ($515, $0-14 280), and urology ($480, $90-669). For high impact general medicine journals, median payments were $0 ($0-14). A review of the 52 journal websites revealed that editor conflict of interest policies were readily accessible (ie, within five minutes) for 17/52 (32.7%) of journals.
Conclusions: Industry payments to journal editors are common and often large, particularly for certain subspecialties. Journals should consider the potential impact of such payments on public trust in published research.
http://www.bmj.com/content/359/bmj.j4619
BMJ 2017;359:j4619
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